Ariel Sigler Amaya

Ariel Sigler Amaya, a la izquierda foto tomada en agosto del 2008. A la derecha foto tomada en enero del 2010.
Ariel Sigler Amaya, a la izquierda foto tomada en agosto del 2008. A la derecha foto tomada en enero del 2010.

Cuando vemos el cuerpo cadavérico y la salud destrozada de Ariel Sigler Amaya nos vienen a la mente los espectros humanos de los campos de concentración de la Alemania nazi, del Gulag soviético o la política de reconcentración de Valeriano Weyler .

No sé por qué yo prefiero hacer una analogía con otro prisionero político, me refiero a Fidel Castro, quien gracias a una verdadera amnistía, la última que se dio en Cuba, él y sus compañeros del Moncada después de veintiún mes y quince días de prisión, según las propias imágenes de la época, parecían salir de una casa de verano. A ninguno se le vio salir en silla de ruedas como a Ariel; a ninguno se le excluyó por su condición de preso político y todos fueron favorecidos por el dictador Batista, a quien intentaron derrocar en una acción además de violenta y fraticida, extremadamente alevosa.

Ahí tenemos a Ariel quien sin cometer ese acto terrorista de tomar un hospital de parapeto para disparar contra una fortaleza militar, y quien como lanza y escudo sólo se sirvió de sus ideas, salió hecho un esqueleto.

A Fidel Castro y sus hermanos de causa, a diferencia de Ariel, no se le privó el derecho de salir de su país, incluso lo hizo después de pronunciar una frase que en la Cuba actual puede ser sancionada con el paredón o cadena perpetua y dijo: “De viajes como estos no se regresa y se regresa, se regresa con la tiranía descabezada a los pies”.

La comparación podrá parecer incómoda, pero hay que hacerlo y en ella mirar cuánto daño le ha hecho a la Patria y a sus hijos esta cruel dictadura que se ha edificado sobre montañas de cadáveres y sufrimiento humano.

La comparación es válida pues la tiranía de La Habana continúa haciendo del destierro y la cárcel la alternativa a quienes se le oponen. Ariel, a diferencia de Castro, no se jactó de comparar su habitación con la de una en el Hotel Nacional. Las celdas de hoy más bien pueden ser equiparadas con el infierno de Dante.

Hemos despedido a este hermano de lucha cuando lo vemos partir, no sabemos cuándo volveremos a verle y abrazarle e incluso estamos convencidos que aunque la dictadura se lo permitiera nunca regresaría hasta tanto no haya aquí libertad y democracia por la que tanto lucho y sufrió.

Ariel Sigler Amaya forma parte del grupo de 496 cubanos que dentro de la Isla enviaron una carta al Congreso de los Estados Unidos en la que expresaron su desacuerdo con la implementación de cualquier política de flexibilización o de acercamiento que pueda redundar en la oxigenización del aparato represivo castrista.

Ariel y su patriótica familia consideran que el único y mayor embargo que sufre el pueblo cubano es el impuesto por esa mafia de parasito que usurpa el poder en su Patria.

La posición vertical clara y coherente de este valiente símbolo de la libertad quizás discrepe con la de aquellos más interesados en intercambios culturales e intereses mercantilistas que con la pronta y verdadera libertad de Cuba.

Publicado por

antunezcuba

Soy un defensor de los derechos humanos en Cuba, un opositor político y luchador anticastrista que pasé 17 años y 38 días en ininterrumpida prisión política por expresar mis deseos de cambio para mi país. Este Blog desdeplacetas nace de la imperiosa necesidad de no solo exclamar consignas y cantos de guerra sino tambien de contar mis experiencias, vivencias y puntos de vistas, y que ademas sepan que no solo me gusta organizar protestas y mítines políticos o declararme en huelgas de hambre o enfrentar a la represiva sino tambien pensar y exponer mis puntos de vistas y argumentos no solo en cuestiones de lucha sino en otros tópicos tambien importantes en la vida.Aunque mi lema de lucha NI ME CALLO NI ME VOY se mantiene y mantendrá incólume, tambien quiero se conozca al Antúnez como ser humano,él que tambien sueña y constribuye desde su modesta posición tanto al cambio como a la búsqueda de un futuro mejor en un sistema libre y democrático, es decir en el mejoramiento humano del que hablaba nuestro apóstol José Marti.

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